"Para mí siempre fue mejor hablar de mis abortos en singu- lar por el estigma de que te juzguen."
Esta historia se publica en una revista producida por Las Comadres..
Para mí siempre fue mejor hablar de mis experiencias de aborto en singu- lar por el estigma de que te juzguen. Además, mis AbortoS tuvieron una diferencia de dos meses, entonces lo asumí como una sola experiencia. Por este motivo me era más fácil decir: “sí, aborté” y ya.
Definitivamente los AbortoS demarcan momentos de tu vida y de la sexua- lidad de ese momento. En mi caso mis AbortoS estuvieron marcados por el tema de clase y de cómo se vive, concibe y aprecia la sexualidad en es- tratos bajos o empobrecidos. En estos contextos, generalmente, la religión influye en la apreciación de tu cuerpo y todos los procesos relacionados a la sexualidad. Esta suele ser vivida desde el miedo, la culpa, además de la desinformación y el desconocimiento.
La crianza está muy ligada al rol de proveer económicamente. Es poco frecuente que se conciba como un proceso integral que involucra un desa- rrollo emocional, educativo, afectivo. Se educa desde el miedo, la violencia y el autoritarismo. La sexualidad se concibe como un pecado y, en térmi- nos generales, es un aspecto negativo que lxs padres deben controlar y lxs hijxs deben esconder o reprimir.
En mis experiencias de aborto el contexto fue el mismo, eso podría consi- derarlo como una similitud. Ambos fueron llenos de miedo y atravesados por todos los mitos habidos y por haber. No tenía acceso a información, no tenía ni siquiera un fácil acceso a internet. No contaba con redes de apoyo, menos sabía lo que era el feminismo. La diferencia entre uno y otro fue la autonomía. A pesar de que en ambos retumbaba la voz de mi madre dicién- dome: “Las relaciones sexuales tienen que darse dentro del matrimonio, de lo contrario son un pecado”. Yo cargaba con el peso de pensar que todo lo que me estaba pasando era porque no le hice caso a mi madre.
Mi primer aborto lo viví desde el propio estigma y el miedo. Me acuerdo ese proceso con muchos detalles. Pasé de la incredulidad al llanto descontro- lado. Me permití concebir una posibilidad alentadora y luego me imaginé un futuro triste, con metas incumplidas y un hijx “culpable”. Mi segundo proceso ya lo normalice, llena de rabia, eso sí, de haber vuelto a cometer el “mismo error”, como si yo hubiese sido la única involucrada. Lo que más recuerdo de ese aborto fue el conflicto interno que me generó cuando me enteré. Salí sola de ese laboratorio, me senté a las orillas de una laguna en un parque, abrí el sobre y al ver positivo, entre lágrimas, me juré que iba a acabar con ese círculo en el cual sentía que había caído. Más allá de eso, no recuerdo el proceso en sí mismo.
Cada experiencia de aborto permite que tu autonomía evolucione y se de- sarrolle. En mi primer aborto estaba esperanzada en que mi pareja consiga los medicamentos, me acompañe, resuelva la situación. Bien creída de que iba a estar conmigo durante el proceso. Nunca llegó. La segunda vez ya no esperé nada, sabía que era capaz de gestionar todo lo que implicaba volver a abortar: el tiempo, los recursos, los medicamentos, mis emociones, etc.
Empecé a trabajar los fines de semana, por ende, a tener y manejar mi pro- pio dinero. Ahora que recuerdo, no todo fue tan malo.
Mis AbortoS me dieron luz para cortar de raíz una relación tóxica. A mi pareja de aquel entonces no le importaba que yo tuviera que pasar por esos procesos reiteradas veces. Los AbortoS me permitieron identificar la situación emocional por la que estaba atravesando en ese momento de mi vida. Mi segundo aborto fue un alto a una relación de violencias simbólicas súper fuertes.
Pensar mi cuerpo como mi primer territorio de autodeterminación era ini- maginable en aquel entonces. El privilegio de tener las posibilidades para poder estudiar, culminar mi carrera universitaria y posteriormente vincu- larme a redes feministas, sí marcaron un hito en mi vida en general.
Hoy miro en retrospectiva y abortar, así como decidir qué carrera univer- sitaria estudiar y dónde, fueron las primeras decisiones autónomas que tomé en mi vida. Abortar fue mi primer acto de amor propio. A mis 19 años sabía que no estaba lista para ser madre, sabía que quería estudiar y tenía la certeza de que abortar era la mejor opción.
El contexto del que provengo también me ha permitido dimensionar, o al menos tener una idea, de todo lo que implica abortar para las mujeres que provienen de contextos similares (empobrecidos, de escasos recursos, vio- lentos). Nunca es la primera opción, pero como bien dicen las compas: “cuando una mujer decide abortar lo hará de cualquier forma, se dará mo- dos”.
Cuando te pasa se afronta esta experiencia con mucha culpa infundada por la religión, por crianzas tradicionales y violentas, por relaciones se- xo-afectivas machistas y un sinfín más de factores. Para mí y para estas mujeres, simbolizar el aborto como un acto de amor propio y autonomía, ayuda a mermar esa mezcla de sentimientos negativos.
Me hubiese gustado que alguien me diga: “tu decisión es legítima y lo es porque tú la validas, en ella te estáspriorizando a ti y a tu proyecto de vida, a pesar de que todo el mundo y las dinámicas sociales están diseñadas para lo contrario”. Hoy, esta premisa la tengo interiorizada y puedo hablar abier- tamente de mis AbortoS sin ningún estigma ni miedo.
Me amo por haber decidido lo mejor para mí en ese momento de mi vida. Mucho de lo que soy ahora se lo debo a mis abortoS.
English Translation:
It was always better for me to talk about my abortion experiences in singular because of the stigma of being judged. Also, my abortions had a difference of two months, so I assumed it as a single experience. For this reason it was easier for me to say: "yes, I had an abortion" and that's it.
Abortions definitely mark moments in your life and the sexuality of that moment. In my case, my Abortions were marked by the subject of class and how sexuality is lived, conceived and appreciated in low or impoverished strata. In these contexts, generally, religion influences the appreciation of your body and all processes related to sexuality. This is usually lived from fear, guilt, in addition to misinformation and ignorance.
Parenting is closely linked to the role of providing financially. It is rare that it is conceived as an integral process that involves emotional, educational, and affective development. It is educated from fear, violence and authoritarianism. Sexuality is conceived as a sin and, in general terms, it is a negative aspect that parents must control and children must hide or repress.
In my abortion experiences the context was the same, that could be considered a similarity. Both were full of fear and crossed by all the myths that have been and have been. She didn't have access to information, she didn't even have easy access to the internet. He did not have support networks, much less did he know what feminism was. The difference between one and the other was autonomy. In spite of the fact that my mother's voice resounded in both of them, telling me: “Sexual relations have to take place within marriage, otherwise they are a sin”. I carried the burden of thinking that everything that was happening to me was because I did not listen to my mother.
I experienced my first abortion from stigma and fear. I remember that process in many details. I went from disbelief to uncontrolled crying. I allowed myself to conceive an encouraging possibility and then envisioned a sad future, with unfulfilled goals and a “guilty” child. My second process I already normalized it, full of anger, yes, of having made the "same mistake" again, as if I had been the only one involved. What I remember most about that abortion was the internal conflict that it generated in me when I found out. I left that laboratory alone, I sat on the banks of a lagoon in a park, I opened the envelope and seeing positive, through tears, I swore to myself that I was going to end that circle in which I felt I had fallen. Beyond that, I don't remember the process itself.
Each abortion experience allows your autonomy to evolve and develop. In my first abortion I was hopeful that my partner will get the medications, accompany me, resolve the situation. Well believed that she was going to be with me during the process. Never arrived. The second time I did not expect anything, I knew that I was capable of managing everything that implied having the abortion again: time, resources, medications, my emotions, etc.
I began to work on weekends, therefore, to have and manage my own money. Now that I remember, it wasn't all that bad.
My abortions gave me light to nip a toxic relationship in the bud. My partner at the time did not mind that I had to go through these processes repeatedly. Abortions allowed me to identify the emotional situation I was going through at that moment in my life. My second abortion was a halt to a relationship of super strong symbolic violence.
Thinking of my body as my first territory of self-determination was unimaginable back then. The privilege of being able to study, complete my university degree and later join feminist networks, did mark a milestone in my life in general.
Today I look back and my abortions, as well as deciding which college degree to study and where, were the first autonomous decisions I made in my life. Aborting was my first act of self-love. At 19 I knew that I was not ready to be a mother, I knew that I wanted to study and I was certain that having an abortion was the best option.
The context from which I come has also allowed me to measure, or at least have an idea, of all that abortion implies for women who come from similar contexts (impoverished, low-income, violent). It is never the first option, but as the compasses say: “when a woman decides to have an abortion, she will do it anyway, she will find ways”.
When it happens to you, this experience is faced with a lot of unfounded guilt for religion, for traditional and violent upbringings, for sexist sex-affective relationships and countless other factors. For me and for these women, symbolizing abortion as an act of self-love and autonomy, helps to reduce this mixture of negative feelings.
I would have liked someone to tell me: “your decision is legitimate and it is because you validate it, you are in it prioritizing you and your life project, despite the fact that everyone and social dynamics are designed for the opposite ”. Today, I have internalized this premise and I can speak openly about my Abortions without any stigma or fear.
I love myself for having decided the best for myself at that time in my life. Much of who I am now I owe to my abortions.